Una amplia variedad
de tipos de estrés (ansiedad, miedo, dolor, hemorragia, infecciones, bajo nivel
de glucosa en sangre) desencadenan una serie de estímulos sensoriales que se
integran a nivel de sistema nervioso central e inducen respuestas tales como la
contracción muscular para alejar al organismo del peligro. Pero la respuesta no
termina ahí, el estímulo se acompaña de complejos patrones de secreción
hormonal que se inician en el hipotálamo, siguen a la glándula pituitaria y
llegan a la glándula adrenal, la cual secretará cortisol al torrente sanguíneo.
La respuesta frente
al estrés constituye un ejemplo de la integración neuroendocrina.
Un fuerte incremento
de los niveles de cortisol, por efecto del estímulo estresante, ejerce un
efecto retroalimentador negativo sobre la pituitaria y sobre el hipotálamo
inhibiendo la síntesis de las hormonas que estimulan la secreción del propio
cortisol. En caso de un nivel menor al umbral, ocurre el fenómeno contrario de
incremento de síntesis y liberación de cortisol, consiguiéndose la homeostasis.
El cortisol actúa
sobre el músculo, el hígado y el tejido adiposo para suministrar al organismo
el combustible necesario para afrontar una actividad intensa inminente.
El cortisol es una
hormona de acción lenta que altera el metabolismo cambiando los tipos y
cantidades de ciertos enzimas, que son sintetizados de novo por las células
diana en lugar de regular moléculas enzimáticas ya existentes.
En el tejido adiposo
estimula la liberación de ácidos grasos, que son exportados a la sangre para su
utilización. El cortisol actúa a nivel muscular induciendo la degradación de
proteínas musculares no esenciales, y la exportación de aminoácidos al hígado.
En el hígado el
cortisol promueve la gluconeogénesis estimulando la síntesis de enzimas clave.
Los efectos del cortisol contrarrestan a los de la insulina, y pretenden el
reestablecimiento de los niveles de glucosa y el almacenaje de glucógeno para
responder a la señal de estrés.
Además, el cortisol
influirá en muchos otros fenómenos la acción conjunta de cortisol, adrenalina y
sistema nervioso central permitirán actividades vegetativas concerniendo varios
aparatos (cardiovascular, digestivo).
Los estresores
psicológicos son estímulos que amenazan el estado actual del individuo o provocan
un estado de anticipación aun cuando no representen una amenaza inmediata a las
condiciones fisiológicas; necesitan ser procesados por la corteza antes de
iniciar la respuesta al estrés (no como los estresores físicos como una
quemadura) y dependen en gran medida de experiencias previas. Las estructuras
límbicas, afectadas por los estresores psicológicos, participan en la
retroalimentación del cortisol. El hipocampo responde al estrés psicológico
decodificando la naturaleza del estímulo por comparación con situaciones
previas y ejerce un efecto inhibidor del eje hipotálamo-hipófisis-glándula
adrenal.
Hoy en día
contendemos con el estrés como algo cotidiano, como un mecanismo adaptativo
cuya función es neutralizar los factores que alteran el estado de homeostasis
del organismo. Desafortunadamente, el estrés puede ser causado por problemas
psicológicos que desencadenan las mismas respuestas. Todo el proceso se
dificulta cuando el estrés es crónico, y el organismo se ve afectado en
condiciones de conflicto y adversidad por tiempos prolongados, generando un
estado continuo de activación que se transforma en ansiedad, y puede generar
patologías a distintos niveles: Debilitamiento muscular, enfermedades como la
úlcera, colitis, impotencia, amenorrea, envejecimiento prematuuro, obesidad,
bulimia, anorexia, afectaciones del sistema inmune e incluso embolias.
Fuente:
http://www.slideshare.net/trenmx/respuesta-metablica-al-estrs
http://www.saludmed.com/Bienestar/Cap4/Estres-R.html
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