sábado, 1 de junio de 2013

Estrés agudo y crónico


Una amplia variedad de tipos de estrés (ansiedad, miedo, dolor, hemorragia, infecciones, bajo nivel de glucosa en sangre) desencadenan una serie de estímulos sensoriales que se integran a nivel de sistema nervioso central e inducen respuestas tales como la contracción muscular para alejar al organismo del peligro. Pero la respuesta no termina ahí, el estímulo se acompaña de complejos patrones de secreción hormonal que se inician en el hipotálamo, siguen a la glándula pituitaria y llegan a la glándula adrenal, la cual secretará cortisol al torrente sanguíneo.
La respuesta frente al estrés constituye un ejemplo de la integración neuroendocrina.

Un fuerte incremento de los niveles de cortisol, por efecto del estímulo estresante, ejerce un efecto retroalimentador negativo sobre la pituitaria y sobre el hipotálamo inhibiendo la síntesis de las hormonas que estimulan la secreción del propio cortisol. En caso de un nivel menor al umbral, ocurre el fenómeno contrario de incremento de síntesis y liberación de cortisol, consiguiéndose la homeostasis.

El cortisol actúa sobre el músculo, el hígado y el tejido adiposo para suministrar al organismo el combustible necesario para afrontar una actividad intensa inminente.
El cortisol es una hormona de acción lenta que altera el metabolismo cambiando los tipos y cantidades de ciertos enzimas, que son sintetizados de novo por las células diana en lugar de regular moléculas enzimáticas ya existentes.
En el tejido adiposo estimula la liberación de ácidos grasos, que son exportados a la sangre para su utilización. El cortisol actúa a nivel muscular induciendo la degradación de proteínas musculares no esenciales, y la exportación de aminoácidos al hígado.
En el hígado el cortisol promueve la gluconeogénesis estimulando la síntesis de enzimas clave. Los efectos del cortisol contrarrestan a los de la insulina, y pretenden el reestablecimiento de los niveles de glucosa y el almacenaje de glucógeno para responder a la señal de estrés.

Además, el cortisol influirá en muchos otros fenómenos la acción conjunta de cortisol, adrenalina y sistema nervioso central permitirán actividades vegetativas concerniendo varios aparatos (cardiovascular, digestivo).

Los estresores psicológicos son estímulos que amenazan el estado actual del individuo o provocan un estado de anticipación aun cuando no representen una amenaza inmediata a las condiciones fisiológicas; necesitan ser procesados por la corteza antes de iniciar la respuesta al estrés (no como los estresores físicos como una quemadura) y dependen en gran medida de experiencias previas. Las estructuras límbicas, afectadas por los estresores psicológicos, participan en la retroalimentación del cortisol. El hipocampo responde al estrés psicológico decodificando la naturaleza del estímulo por comparación con situaciones previas y ejerce un efecto inhibidor del eje hipotálamo-hipófisis-glándula adrenal.

Hoy en día contendemos con el estrés como algo cotidiano, como un mecanismo adaptativo cuya función es neutralizar los factores que alteran el estado de homeostasis del organismo. Desafortunadamente, el estrés puede ser causado por problemas psicológicos que desencadenan las mismas respuestas. Todo el proceso se dificulta cuando el estrés es crónico, y el organismo se ve afectado en condiciones de conflicto y adversidad por tiempos prolongados, generando un estado continuo de activación que se transforma en ansiedad, y puede generar patologías a distintos niveles: Debilitamiento muscular, enfermedades como la úlcera, colitis, impotencia, amenorrea, envejecimiento prematuuro, obesidad, bulimia, anorexia, afectaciones del sistema inmune e incluso embolias.





Fuente:
http://www.slideshare.net/trenmx/respuesta-metablica-al-estrs
http://www.saludmed.com/Bienestar/Cap4/Estres-R.html

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